¿Cuándo está bien desprendernos de una amistad?

Cuando alguien es parte de nuestro círculo de amistades, solemos asumir que siempre lo será. Un amigo sirve para llorar después de un día difícil, es la primera persona a la que llamamos cuando conseguimos un trabajo que queremos, cuando conocemos alguien especial, y es alguien con quien compartimos nuestras mejores y peores experiencias de vida. Todos sabemos que la gente cambia, y muchas amistades no sobreviven a los grandes cambios que inevitablemente se producen a lo largo de la vida, como que un amigo decida establecerse y formar una familia mientras el otro sigue un camino diferente.
Las amistades pueden sobrevivir a la distancia, a los cambios de vida y a las discusiones difíciles. Este tipo de cosas no son un problema si, por ejemplo, nos sigue gustando hacer las mismas cosas, tenemos el mismo sentido del humor y valoramos el tiempo que pasamos juntos. Pero, a veces, llegamos a la dolorosa conclusión de que nos hemos distanciado de una amistad. No hay peleas, ni nadie ha hecho nada malo, simplemente no congeniamos con esa persona como antes: uno de los dos, o los dos, han cambiado y han evolucionado de forma que han dejado a los dos incompatibles como amigos.
No es fácil darse cuenta, pero nos debemos a nosotros mismos y al otro reconocer respetuosamente cuando una amistad ha llegado a su fin. No significa que ya no nos queramos ni nos preocupemos el uno por el otro, sino que es una indicación de que no debemos forzar una relación estrecha que ya no funciona como antes, porque hacerlo acabará frustrándonos y empañando nuestros felices recuerdos juntos. “A veces, la dinámica de una amistad cambia y una de las personas de la amistad ya no se compromete a pasar tiempo de calidad juntos”, dice Gina Handley Schmitt, una psicoterapeuta con especialización en angustia interpersonal y autora de Friending: Creating Meaningful, Lasting Adult Friendships. “Puede haber circunstancias atenuantes, que ciertamente deben ser discutidas antes de una ‘ruptura de amistad’, pero a veces simplemente hay un crecimiento aparte que ocurre en algunas amistades”. Ahora, si tienes un amigo tóxico, ni dudes en dejarlo ir, eso está clarísimo. Sin embargo, en las relaciones no todo es blanco y negro.
Algunas señales que nos dicen que esa amistad está desvaneciéndose son: ya no hablas con esa persona con frecuencia; no tienes la necesidad inmediata de contarle cosas que te suceden en tu vida diaria; ninguna de las dos partes parecen darle prioridad a mantener la amistad viva; sientes que ya no tienen cosas en común; no sientes ni afinidad ni comodidad con esa persona; cuando haces un esfuerzo por contactarla lo haces solo pensando en “los viejos tiempos” y no porque necesites a esa persona en tu vida; y sientes que ya no existe esa chispa de complicidad que solía encenderse cuando hablaban. Sin embargo, esto es diferente para cada persona, así que haz lo posible por escuchar tu instinto. “Un tema que sería un punto de ruptura en algunas amistades puede no serlo en otras”, dice Schmitt. “Sea cual sea tu “línea” personal, una parte importante para tomar esa decisión es comunicar tus necesidades”, dice Schmitt. “Si tu amigo no está dispuesto o no es capaz de satisfacer las necesidades que has compartido con esa persona, puede que sea el momento de reevaluar la relación”.
Cuando los amigos se alejan, normalmente ambos lo sienten y está bien reconocerlo. Pero siempre ocuparán un lugar especial en tu corazón, y no es necesario cortar los lazos por completo: simplemente, esa persona pasará a ser alguien conocido. Mantén la cordialidad y el respeto, y trata de centrarte en lo positivo: que tuvieron una gran amistad durante muchos años que les dio alegría y apoyo mutuos. No todas las amistades están destinadas a durar para siempre y aunque no esté destinada a ser tu amigo de por vida, siempre la recordarás con afecto. No temas pasar la página si sientes que la amistad ha cumplido su ciclo.
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