Gergely Karácsony, alcalde de Budapest, fue interrogado por la policía de Hungría por su presunta participación en la organización de la marcha del Orgullo LGBTQI+ que el gobierno nacionalista y conservador de Viktor Orbán había intentado prohibir. La manifestación tuvo lugar el 28 de junio en Budapest y fue la más grande en la historia del país, con cerca de 300.000 asistentes, según los organizadores, a pesar de la polémica ley antigay aprobada por el gobierno húngaro. Karácsony calificó la causa como una defensa de la libertad para toda la sociedad húngara y declaró: “Ni la libertad ni el amor pueden prohibirse ni castigarse en Budapest”.

La ley impulsada por Orbán prohíbe la realización de eventos como el Orgullo LGBTQI+ y permite el uso de tecnología de reconocimiento facial para identificar a los participantes. Esta norma fue parte de una serie de medidas restrictivas contra la comunidad LGBTQI+, incluyendo una ley de 2021 que censura cualquier contenido que represente la homosexualidad a menores de 18 años. Divulgadores de derechos humanos y políticos europeos han condenado estas políticas como represivas y comparables a leyes similares en Rusia, mientras Orbán y su partido justifican estas restricciones argumentando que protegen el “desarrollo moral y espiritual” de los niños.

Pese al intento de prohibición y la amenaza de multas, los activistas decidieron llevar adelante la marcha, ignorando la advertencia del gobierno. Aunque las autoridades sostienen que el evento fue ilegal, anunciaron en julio que no presentarían cargos contra los asistentes; sin embargo, sí investigan a los organizadores como responsables de promover un evento prohibido. Entre ellos está el alcalde Karácsony, quien fue citado a declarar pero prefirió no responder a las preguntas policiales.

Viktória Radványi, presidenta de Budapest Pride y una de las organizadoras —aunque no ha sido llamada a declarar—, elogió públicamente al alcalde por su valentía y ética al apoyar el evento. En su discurso frente a los seguidores congregados durante el interrogatorio, Radványi afirmó que Karácsony demostró que “ser alcalde no es solo organizar el transporte público o controlar el alumbrado, sino también defender los derechos fundamentales de sus ciudadanos cuando son atacados”.

Después de más de una hora en la sede policial, Karácsony salió y compartió con los medios que se le había formalizado la acusación por organizar una manifestación ilegal, aunque hizo énfasis en que la fuerza coercitiva del gobierno ya no influye en la opinión pública. Además, destacó la importancia de las próximas elecciones nacionales en la primavera, que podrían representar una oportunidad para que Hungría retome un rumbo europeo en derechos y libertades. El alcalde cerró su mensaje reafirmando la idea de que la libertad debe ser un derecho de todos, no solo de quienes están en el poder. “Miles de personas desafiaron al gobierno y participaron porque sabemos que o somos libres todos juntos, o ninguno es libre”, concluyó Karácsony.

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