Una de las conversaciones más interesantes de esta temporada de premios es la duración de uno de los filmes nominados a mejor película: The Brutalist, dirigida por Brady Corbet, cuenta su historia en tres horas y 20 minutos, lo que para el espectador habitual, demanda un poco más de atención. De hecho, el filme cuenta con un intermedio de un minuto justo en el medio, que algunas salas de cine han expandido a cinco para que los asistentes puedan refrescar sus snacks o ir al baño antes de continuar. Sin embargo, muchos han preferido no verla en el cine y esperar a que esté disponible en streaming, no solo por la comodidad de verla desde casa, sino para verla más rápido. ¿Cómo? Pues viéndola a velocidad aumentada.

El fenómeno de ver películas y series a una velocidad aumentada ha cobrado relevancia desde que Netflix introdujo esta opción en 2020, en plena pandemia. Si nunca la has usado, te explicamos cómo funciona: con un click, permite a los usuarios ajustar la velocidad de reproducción de su contenido entre 0.25x y 1.5x, generando un arduo debate sobre el arte. A pesar de las críticas iniciales de cineastas que argumentaban que esta práctica podría distorsionar la experiencia cinematográfica, muchos espectadores, especialmente adolescentes, han adoptado esta característica como una forma de consumir contenido más rápidamente.

Desde su lanzamiento, la posibilidad de acelerar el playback ha sido utilizada por un gran número de usuarios. En un mundo donde el tiempo es un recurso limitado, la velocidad se ha convertido en un factor atractivo para quienes buscan maximizar su consumo de entretenimiento. Un artículo investigativo realizado en el diario uruguayo El Día señala que este fenómeno refleja una “cultura ansiosa” que prioriza la rapidez sobre la calidad, y que el deseo de ver más contenido en menos tiempo puede llevar a una apreciación superficial del arte. Sin embargo, hay excepciones. Dillon H. Murphy, estudiante de doctorado en psicología cognitiva de la Universidad de California, realizó una investigación en este campo, tras observar que varios de sus alumnos veían las clases de esta forma. ¿El resultado? Los estudiantes que veían a mayor velocidad, incluidos los que lo hacían a 2X, obtuvieron resultados tan buenos en las pruebas como los que lo hacían a velocidad normal.

“Me sorprendió lo eficaces que son los estudiantes aprendiendo a 2X e incluso a 2,5X de velocidad”, dijo Murphy a Mashable. Pero no todo el mundo absorbe la información de la misma manera. Lo que es normal para una persona puede resultar incómodo para otra”. Así que para muchos, la idea de ver algo a 2X puede parecer extraña, pero hay que cambiarse el chip. “Creo que la gente olvida que el cerebro de los demás funciona de forma diferente”, afirma Murphy. De hecho, los defensores de esta práctica suelen justificarla por la necesidad de adaptarse a un estilo de vida acelerado. La posibilidad de ver una serie completa en cuestión de días en lugar de semanas es un atractivo considerable. Sin embargo, expertos en cine han expresado su preocupación por cómo esta tendencia podría afectar la percepción del arte cinematográfico. 

La crítica especializada señala que al acelerar las películas, se corre el riesgo de perder matices importantes en la narrativa y la dirección artística. Una película no es mero “contenido”: es arte hecho para ser consumido de cierta manera, a cierto ritmo para sumirnos en la historia, la edición, la música y la concepción del arte dramático, sus texturas y sus matices. Ya el hecho de que decidamos no ir al cine y terminar viendo The Brutalist en nuestro teléfono es un poco aberrante, pero a velocidad doble suena como algo francamente pecaminoso. El director Martin Scorsese ha expresado su descontento con esta práctica, afirmando que “cada segundo cuenta” en su trabajo y que acelerar una película es como “despojarla de su esencia”.

Sin embargo, todo esto tiene matices, pues algunos estudios sugieren que ver contenido a mayor velocidad puede ser beneficioso en ciertos contextos. Por ejemplo, personas con dificultades auditivas pueden encontrar más fácil seguir los diálogos cuando pueden ajustar la velocidad a su conveniencia. Asimismo, aquellos que buscan repasar escenas o episodios específicos pueden beneficiarse al poder acelerar el contenido sin perder demasiado detalle. Esto plantea una dualidad: mientras que algunos usuarios buscan consumir más rápido por ansiedad, o falta de tiempo, otros lo hacen para mejorar su comprensión del material. La pregunta es hasta dónde se puede llegar en esta aceleración sin comprometer la calidad del contenido. Esta tendencia podría llevar a una normalización del consumo acelerado, donde los espectadores se habitúan a recibir estímulos rápidos y breves, es decir a la tiktokización de todo. Si bien a veces el temor de perdernos alguna serie, o no tener el tiempo suficiente para ver una película podría justificar el playback acelerado, también es cierto que nos merecemos tomarnos dos horas (o tres y media) para disfrutar de un poco de arte.

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