El violento feminicidio de Stephanie y Susej desnuda la realidad de la trata sexual en México
El 30 de julio fueron hallados en Topilejo, Tlalpan, al sur de la Ciudad de México, los cuerpos de dos jóvenes mujeres, incrementando las preocupantes cifras de feminicidios en México. Stephanie y Susej, de 20 y 21 años, eran de Maracay, Venezuela, y se cree que estaban involucradas en una red de trata sexual en la capital mexicana. Fueron encontradas con disparos en la cabeza y signos de intento de incineración. Dos semanas después, su madre en Venezuela pide ayuda para repatriar sus cuerpos. Las autoridades detuvieron a Osmarys Alexandra ‘N’ y a Jesús Alberto ‘N’, venezolanos de 19 y 24 años, como sospechosos del crimen.
En agosto, la Policía de Investigación registró dos apartamentos en la Ciudad de México, uno en la alcaldía Cuauhtémoc y otro en Azcapotzalco, vinculados con el caso de lasdos jóvenes migrantes venezolanas asesinadas. Los apartamentos, con ventanas cubiertas y cámaras de seguridad, contenían ropa y calzado que podrían ayudar a resolver el caso. La muerte de estas jóvenes, que habían pasado por varios países antes de llegar a México, expone las redes de tráfico sexual en la región. Los sospechosos están vinculados con el Tren de Aragua, una organización criminal venezolana recientemente clasificada como terrorista por el presidente estadounidense Joe Biden.
Para los cárteles y organizaciones criminales, la trata de mujeres es el negocio más rentable después del tráfico de drogas y armas. La masiva migración venezolana ha facilitado la captación de víctimas para este negocio. Miriam Pascual, directora de Yureni AC, señala que entre 2014 y 2018, el número de menores víctimas de trata aumentó entre un 10% y un 34%, y la tendencia sigue al alza. A pesar de la falta de atención de las autoridades mexicanas, el país se ha convertido en un punto clave para la explotación sexual. Alethia Fernández de la Reguera, investigadora de la UNAM, afirma que la falta de protección internacional “empuja a estas mujeres migrantes a ser cooptadas”.
Una periodista venezolana experta en trata de personas, que prefiere permanecer anónima, explica que muchas víctimas como Stephanie y Susej son jóvenes afectadas por la crisis económica en Venezuela, la COVID-19 y la falta de oportunidades educativas. Captadas a través de redes sociales con promesas de una vida mejor, muchas son reclutadas al cruzar la frontera con Colombia. Según la periodista colombiana Natalia Herrera, las más jóvenes, conocidas como “tesoros” del Tren de Aragua, son trasladadas a ciudades como Bogotá o Medellín, donde se les falsifican documentos antes de enviarlas a otros países, como Chile, Perú o México, para obtener mayores ganancias.
Casos como el de las jóvenes venezolanas forman parte de las casi 5,000 investigaciones por trata sexual de mujeres en México, según cifras de Seguridad Pública. La familia probablemente nunca obtendrá respuestas definitivas, y se sospecha que las jóvenes intentaron escapar, convirtiéndose en un ejemplo para otras en situaciones similares. La corrupción y la impunidad son rampantes, con funcionarios corruptos o indiferentes y la falta de políticas públicas. Aunque la lucha por justicia en este caso se ha vuelto un símbolo contra la violencia de género y la trata en México, también evidencia la normalización de estos crímenes.
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