Kali Uchis
Sincerely,

Kali Uchis siempre ha sido una artista de contrastes: entre lo etéreo y lo terrenal, entre el inglés y el español, entre la nostalgia retro y la innovación. Desde Isolation (2018) hasta Orquídeas (2024), su música ha sido un refugio de sensualidad y resistencia, pero con Sincerely,, su último álbum, la cantante colombo-estadounidense atraviesa una transformación radical, pues dos eventos la han moldeado para siempre: el nacimiento de su hijo y la pérdida de su madre. Estos dos polos —la vida que comienza y la que se va— impregnan cada nota del disco, convirtiéndolo en un diálogo íntimo entre el dolor y la redención.
El título Sincerely, no es casual. Ese signo de puntuación suspendido convierte el álbum en una carta sin cerrar, una confesión que respira. Aquí, Uchis abandona el reggaetón y el merengue de Orquídeas para sumergirse en un R&B nebuloso, donde las cuerdas cinematográficas y los arreglos doo-wop crean un universo que parece sacado de un sueño de los años 60. Canciones como Heaven Is a Home… y All I Can Say suenan como grabaciones redescubiertas en un ático, pero con una modernidad que las hace urgentes. La producción, minimalista y cálida, funciona como un abrazo: no hay colaboradores, solo su voz susurrando verdades crudas.
La maternidad emerge como un tema central, pero Uchis evita los clichés del amor edulcorado, y se lo agradecemos. En Sugar! Honey! Love! celebra a su hijo con una ternura que roza lo divino, mientras que en ILYSMIH (acrónimo de I Love You So Much It Hurts), la felicidad se mezcla con el miedo: All the world is crazy, but you’re here. Es imposible no pensar en el caos global —las guerras, las crisis— que ahora observa desde los ojos de quien debe proteger a alguien más pequeño. Sin embargo, el disco no es un manifiesto político, sino un recordatorio de que el amor, en su forma más pura, es un acto de rebelión.
La sombra de su madre también se cierne sobre el álbum. En Sunshine & Rain…, Uchis interpola la voz de su progenitora fallecida, creando un puente entre el pasado y el presente. La letra —We all need somebody that makes the Earth feel heavenly— resuena como un legado. No es un homenaje lacrimógeno, sino una reconciliación: la artista que una vez fue expulsada de su casa ahora construye su propio hogar, literal y metafóricamente. La canción oscila entre la rabia (whateve happened to the human race?) y la paz, como si Uchis estuviera aprendiendo a sostener ambos sentimientos a la vez.
La sensualidad, sello distintivo de su obra, no desaparece, pero muta. Silk Lingerie, es jazzístico y vulnerable, con letras que preguntan: How did you fall for someone complicated and flawed as me?. En Territorial, Uchis adopta el rol de villana con una elegancia que haría a Amy Winehouse sonreír, mientras que Fall Apart deconstruye el mito del amor perfecto. Aquí no hay heroínas, solo mujeres reales: frágiles, poderosas, contradictorias.
Musicalmente, Sincerely, es su trabajo más cohesivo. Cada canción fluye hacia la siguiente como los capítulos de una novela, con arreglos que evocan a Sade o incluso a los Cocteau Twins. Pero lo que más impresiona es su autonomía: Uchis no solo canta y escribe, sino que por primera vez ejerce como productora ejecutiva. El resultado es un disco que se siente orgánico, vivo, como si hubiera sido creado en una sola noche de inspiración.Por ende, Sincerely, es un álbum que late. Entre el arrullo de un recién nacido y el eco de una madre perdida, Kali Uchis teje una narrativa sobre lo que significa amar en un mundo que se desmorona. No es un disco sobre respuestas, sino sobre preguntas que no tienen fin. Con su voz de seda y su honestidad brutal, la artista nos invita a escuchar no como espectadores, sino como cómplices. Al final, cuando la risa de su hijo cierra el círculo en ILYSMIH, queda claro que este no es solo un álbum: es un ritual de sanación, una carta de amor escrita con tinta invisible. Y esa coma en el título es la promesa de que aún hay más por decir.
Escucha Sincerely, en su totalidad a continuación.
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1Me deprime
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