Las controversias de “Euphoria” que ocultan el temor a la realidad adolescente

En los años 90, Kids de Larry Clark se convirtió en la representación perfecta de la adolescencia de la época, una película en la que adolescentes aburridos deambulaban por la ciudad de Nueva York buscando drogarse o tener relaciones sexuales para sentir algo mejor que la depresión; Thirteen, de 2003, tuvo a Evan Rachel Wood como una chica que acababa de cumplir 13 años y que cae por un agujero de depravación; entre 2007 y 2013, la serie británica Skins hizo algo similar presentando lo que hacían los teens descontrolados de la época, y Skam hizo lo propio en la televisión noruega para los teenagers de esta década, al igual que The End Of The F***ing World y Sex Education, cada una en su rincón de realidad adolescente.
Ahora, la serie Euphoria de HBO sigue los pasos de estos proyectos inspirándose en serie israelí del mismo nombre, de la que sirve como adaptación por el escritor Sam Levinson (de manera muy libre, ya que la original salió al aire en lo 90), quien hace el intento de mostrarnos una fotografía de la Gen-Z en el 2019. Como siempre, hay denominadores comunes: drogas, sexo, depresión, cosas que todas las generaciones de teenagers han debido enfrentar de una manera u otra, pero que ahora parecen amplificarse gracias a Internet, redes sociales, Tinder, Grindr, y una era en donde las fotos nudes son muchas veces la moneda con la que intercambiamos afecto.
Protagonizada por Zendaya, Euphoria se centra en Rue, una estudiante de secundaria que se automedica con drogas y alcohol para adormecer su dolor emocional. Aunque tan solo hemos visto tres episodios, la serie se siente como una mirada inquebrantable a la vida de la adolescencia que no teme mostrar el complejo mundo en el que debe navegar. Incluso antes de que el show saliera al aire, ya había comentarios relacionados con controversia, ya que según The Hollywood Reporter, un actor supuestamente renunció al programa porque el contenido era “muy intenso”.
“Mientras filmaba al piloto, el actor Brian ‘Astro’ Bradley, de 22 años, ex concursante de X Factor y rapero fichado por el sello discográfico de Nas, quiso irse del show. Los detalles que rodean su salida están ferozmente custodiados, pero las fuentes dicen que Bradley se sentía incómodo filmando escenas que no estaban en el guión original del piloto y sugirió que su personaje experimentaría con la homosexualidad en episodios futuros. Después de un largo intercambio con los productores, HBO intervino y reemplazó a Bradley con Algee Smith de The Hate U Give, volviendo a rodar su papel en el piloto, incluyendo una intensa escena de sexo con la actriz de 21 años Sydney Sweeney, quien parece estar feliz con el cambio: ‘digamos que estoy muy contento de que Algee interprete al personaje'”.
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Si bien parece que el actor reemplazado tenía ciertas tendencias homofóbicas, lo cierto es que tenía razón en algo: el contenido de la serie es intenso. Tan solo en primer episodio vemos una escena sexual bastante violenta en la que participan un joven personaje femenino trans (interpretado por Hunter Schafer, de 20 años de edad) y un hombre mayor (interpretado por Eric Dane, de 46 años de edad), precedida por un desnudo frontal masculino con un pene erecto incluido (una prótesis). Pero eso no es todo, pues el episodio de estreno también incluye una sobredosis brutal y una escena de sexo en donde una adolescente debe pedirle a su pareja que no la asfixie: por fortuna, las cosas salen bien y él se disculpa, pero como la misma Rue explica en un diálogo en off, el sexo violento es asumido cuando tomamos en cuenta el Top 20 de los videos favoritos de PornHub — la escuela sexual de todos los adolescentes — en donde machos dominantes asfixian con manos, penes o eyaculaciones a sus compañeras a cambio de un good girl.
Tres episodios de controversias
Desde entonces, la serie se ha encargado de mostrar más realidades incómodas, como el locker de un equipo de fútbol americano de secundaria, en donde celebrar desnudos es una práctica usual pero incómoda para Nate (Jacob Elordi), el personaje que representa el epítome de la masculinidad tóxica del show, y quien no puede ver otro pene que no sea el suyo debido a sus innumerables daddy issues: por ello, vemos unos cuantos en todas sus variedades naturales, flácidas y velludas. En el tercer capítulo, durante una escena de celos y sospecha de que le está siendo infiel, la novia de Nate descubre al menos una docena de dick pics en su teléfono mientras este toma una ducha, y así, nos enfrentamos con otra dosis de penes. Eso sin hablar de la clase magistral de dick pics que Rue nos da minutos atrás, y que clasifica en tres categorías: aterradoras, horripilantes y aceptables. Más de uno se habrá cuestionado a sí mismo, esperamos.
Las realidades de la vida adolescente no terminan ahí: tenemos a Ashtray, el dealer de Rue, quien con 11 años y un par de tatuajes en la cara vende drogas desde la nevera de una tienda; también tenemos a Kat, la “gordita nerd” de la secundaria que solía ser famosa en Internet por escribir fanfiction explícita de One Direction (que a Louis Tomlinson no le hizo mucha gracia) y que ahora es famosa como cam girl para fetichistas; y por supuesto, tenemos el whore book, que al igual que websites secretos o grupos de WhatsApp de hombres hétero, guarda todos los videos sexuales y fotos nudes de las menores de la secundaria, reunidos por todos los chicos, quienes juzgan a sus ex, a sus amigas y compañeras, a quienes tildan de putas mientras se masturban con las imágenes.
La sexualidad es una parte importante del show: camina esa delgada línea entre el horror del slut shaming o el abuso sexual, la duda de cuándo decir que sí a una relación sexual con alguien que podría decirle a toda la escuela secundaria que te lo hizo de perrito al día siguiente, o el descubrimiento de tu atractivo sexual y de tu autoestima cuando te considerabas invisible. La adicción y las drogas son fundamentales en este cóctel, no solo por su uso recreativo, sino por las consecuencias de los excesos que llegan cuando la depresión y el vacío existencial solo pueden ser olvidados con el rush de calma de un psicodélico o una línea de Adderall. Increíblemente, hasta los dealers de drogas tienen sus límites: no se meten con el Fentanilo, y le cierran las puertas a Rue cuando llega a buscar más drogas, las que sean, con tal de olvidarse de cómo se siente.
Pero no todo es oscuridad en Euphoria: la serie parece destacar la importancia del consentimiento sexual, de la amistad femenina, y el poder de la voluntad propia cuando decidimos dejar tratar de matarnos, como lo hace Rue cuando llama por teléfono a Ali, quien probablemente se convertirá en su sponsor de sobriedad en Narcóticos Anónimos. Muestra que aunque hayas sido abusada por ser diferente como Jules, aún es posible creer en el amor y correr el riesgo de que alguien te rompa el corazón.
Ficción, realidad y empatía
Luego del primer episodio, un grupo conservador norteamericano llamado The Parents Television Council advirtió que “HBO, con su nuevo programa Euphoria, parece estar comercializando de manera abierta e intencionada contenido extremadamente gráfico para adultos — sexo, violencia, blasfemia y uso de drogas — a adolescentes y preadolescentes”, demandando que sacaran el programa del aire porque tienen “una responsabilidad” para con el público.
Sin embargo, el presidente de programación del canal, Casey Bloys, respondió que el programa fue creado y escrito por Sam Levinson, quien basó la mayoría de los episodios en su propia vida y lucha contra la adicción. “Va a haber padres que van a estar totalmente asustados”, dijo el mismo Levinson a THR en una entrevista reciente. “Es una buena idea de lo difícil que es crecer en estos tiempos”.
“Puede parecer que estamos empujando los límites, y la idea de poner estas escenas en la televisión puede parecer demasiado, pero lo cierto es que alguien realmente lo ha vivido”.
La misma Zendaya, de 22 años, y que interpreta a Rue, le dijo a The New York Times que su personaje, es una versión de sí misma con diferentes opciones y circunstancias. “Rue es una buena persona, pero no lo sabe. Está sufriendo. Hay algo inocente y redentor en ella que te recuerda que es humana primero y adicta después”. Además, añadió que no está realmente preocupada por el sexo y el uso de drogas en el programa:
“No lo encuentro tan chocante, para ser honesto. La gente quizás lo hará. Acepté el hecho de que sería polarizante. Encontré un poco de calma en eso. Le guste o no a la gente, es real. Estoy contando la historia de alguien. Solo porque no te esté pasando a ti no significa que no esté pasando todo el tiempo, todos los días. Es difícil para mí hablar de la adicción porque no es algo con lo que haya tratado directamente. Pero he tenido amigos que han pasado por estas cosas, y tenía que estar con ellos mientras las superaban”.
Por lo general, las personas tienden a olvidar que la realidad es más extraña que la ficción, y que con cada generación, la adolescencia se transforma en una etapa que muchos no logran sobrevivir gracias al bullying, al acoso, a crímenes de odio, o simplemente porque la depresión y los problemas mentales pudieron mucho más. En estos días, hay una crisis de opioides que se extiende por todo el mundo, y las enfermedades mentales son tan comunes entre los adolescentes, que están acabando con ellos de manera constante y silenciosa. Si nos sinceramos, no hay nada de escandaloso o explotador en Euphoria: las controversias del show son realidades que muchos padres quisieran que no existieran, como la homosexualidad de sus hijos que buscan “curar” en centros de conversión; como las adicciones y los abusos que se esconden detrás de valores religiosos decimonónicos, o las primeras experiencias sexuales de las que nadie se atreve a hablar en la mesa donde se cena, porque el sexo solo se practica “después del matrimonio”.
En Euphoria, vemos el rostro desnudo de una adolescencia que busca sobrevivir a un mundo de mierda. ¿Estamos preparados para sentir empatía con estos personajes en vez de juzgarlos?
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