¿Qué es el “yoísmo” y cómo identificarlo?

Nadie puede negar que las redes sociales han tenido un impacto significativo en la forma en que pensamos sobre nosotros mismos y nuestro lugar en la sociedad: Por un lado, pueden ayudarnos a conectarnos con otros y construir comunidades en torno a intereses y valores compartidos. Sin embargo, también pueden contribuir a una cultura de hiperindividualismo y egocentrismo, donde las personas se centran principalmente en promover su propia imagen y marca personal, en lugar de construir relaciones significativas con los demás. Una de las formas en que las redes sociales pueden contribuir al egocentrismo es incentivando a las personas a seleccionar y mostrar una versión idealizada de sí mismos. Además, pueden crear una sensación de competencia y comparación, ya que las personas se comparan constantemente con los demás y se preocupan por cómo las perciben sus seguidores.
Esto puede llevar a una preocupación por el éxito y los logros personales, en lugar de centrarse en construir relaciones significativas. Es por ello que hoy hablaremos del yoísmo, que si bien no es una expresión oficial aceptada por la Real Academia Española, describe perfectamente de lo que se trata: de las personas que se creen el centro del universo y creen que sus propias opiniones o intereses son más importantes que los de los demás. Así que de alguna manera es una especie de autoestima o autoconfianza tóxicas, que rayan en el egocentrismo y el narcisismo. Sí, nosotros también nos preguntamos en qué momento la vanidad se convirtió en parte fundamental de la personalidad de las personas y la autovaloración se convirtió en arrogancia. En estos días, ser narcisista está tan normalizado, que incluso EE.UU. escogió a uno como presidente en 2016.
Así que, ¿Qué está pasando? José Carrión, especialista en Psicología Clínica, explica: “Vivimos inmersos en la era del éxito social, reflejado en la belleza exterior, la popularidad y el acceso a los signos de riqueza material. También en la necesidad de mostrar una aparente felicidad consecuencia de todo lo anterior. Si le sumamos la difusión inmediata, constante y eficaz que nos facilitan las redes sociales, cerramos el círculo”. Así que las vistas, los likes, los comentarios, esa ilusión digital perfecta se ha encargado de inflarnos el ego, y con el auge de los términos de terapia y de coaching en las conversaciones normales que muchas veces se tergiversan para apoyar las creencias de cada quien según les convenga, las cosas están bastante mal. Según el diario ABC, “es difícil que el yoísta logre empatizar con el dolor o con el entusiasmo ajeno. Además, a la hora de conversar con ellos es habitual que se muestren convencidos de que sus argumentos son los que de verdad interesan. Cuando relatan sus opiniones, experiencias o preocupaciones no están pidiendo ayuda, sino más bien lo que suelen desear es escucharse a sí mismos y reclamar esa atención constante que tanto necesitan”.
¿Sabes cómo reconocer a un yoísta? Por lo general, se esfuerzan por ser reconocidos y admirados pues tienen una autoestima frágil; se creen poseedores de grandes talentos o de habilidades especiales; se obsesionan con sus fantasías de poder, éxito o amor; no reconocen los sentimientos de los demás; rechazan las críticas de forma agresiva; se comparan constantemente con los demás, y quizás, lo más preocupante es que utiliza a las demás personas para su propio beneficio. Lo peor es que cuando llegan a ser criticados, suelen rechazar los comentarios de los demás, diciendo que no responden a argumentos de “personas tóxicas” y que de ahora en adelante no se relacionarán más contigo porque necesitan “establecer límites”, pues no “te deben nada” y parte de su “autocuidado” es darse prioridad a sí mismos sobre todos los demás, y no pueden seguir en el mismo ambiente social que personas “vampiras de energía” con “baja vibración energética” que les envidian. ¿Te suena familiar?
Lamentablemente, en la sociedad actual, ser una persona sin empatía, egoísta, manipuladora y sin escrúpulos puede ayudar a tener éxito en ciertos sectores laborales, como ser concursante de un reality show o un billonario en la industria tecnológica. Pero lo cierto es que estos rasgos son un camino directo a la infelicidad, por mucho que los narcisos yoístas se nieguen a aceptarlo. Julio Rodríguez, psicólogo, doctor en Medicina Molecular e investigador en la genética de trastornos psiquiátricos, incluso califica esta percepción distorsionada de uno mismo como “el mal oculto del siglo XXI”. Así que si te caracterizas por tener sentimientos de superioridad y delirios de grandeza; necesidad excesiva de admiración; falta de empatía, manipulación y explotación de los demás; arribismo, hipersensibilidad a la crítica… aún tienes tiempo de convertir ese yoísmo en autoestima sana.
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