Kim Petras
Feed The Beast

Desde que Kim Petras nació, estaba segura de dos cosas: que había nacido en el cuerpo equivocado y que estaba destinada a ser una estrella de pop. Luego de hacer su transición a los 16 años, decidió trasladarse a Los Ángeles apenas tres años después con la intención de lograr ese segundo objetivo. Alemania le había quedado pequeña y las discográficas de su país natal calificaban su música de demasiado pop. Y sí: su sonido es, por supuesto, superpop, hiperpop, extrapop. Así fue como la conocimos alrededor del 2017, con bangers teñidos de sol californiano; con su woo-ah! y una legión de seguidores creciente, sus fieles bunheads, que la acompañaron por mixtapes como Clarity y Turn Off The Light, así como por controversias debido a la constante participación de Dr. Luke en sus temas, podríamos decir que Kim Petras es una de esas artistas que ha trabajado más intensamente por pasar de un estatus de culto a uno más mainstream.
En el 2021, firmó con Republic Records lanzó el sencillo Future Starts Now como single principal de lo que sería su primer álbum de estudio, Problématique (en referencia a todas las polémicas con Dr. Luke), que al final fue descartado tras una serie de leaks en Internet, pero al parecer, esto no frenó su impulso, y para septiembre del 2022, lanzó Unholy con Sam Smith, que representó no solo uno de sus mayores éxitos, sino que fue la canción que la convirtió en la primera mujer trans ganadora de un Grammy en una categoría pop. Desde entonces podría decirse que Petras ha seguido tratando de ser esa próxima it girl del pop, y aunque se sienta ridículo decir que su nuevo álbum, Feed The Beast es su primer disco, técnicamente lo es… al menos en una gran disquera. El nombre hace referencia a la industria musical, a la fama, al monstruo que hay que mantener alimentado para poder estar en la cima o al menos cerca de ella en el mundo del pop, y parece que Petras alimenta en la producción a esa bestia con intrusivos insertos de auto-tune, agresivos sintetizadores de sierra, melodías hype bubblegum y cloud rap. Lo malo es que lo hace en detrimento de todo su trabajo anterior, pero ya hablaremos de eso más adelante.
Petras está acompañada en este disco por un ejército de superproductores: Max Martin, Cirkut, ILYA, Rami Yacob y hasta el mismo Dr. Luke participan aquí, al igual que Sam Smith, Banks y Nicki Minaj como artistas invitados, así que al menos en el papel, Feed The Beast se siente como un debut más en serio, o al menos con mayor presupuesto. Aún así, la mayor parte de la nueva música de Petras en este álbum parece estar influenciada principalmente por el europop y el house de los años 90, algo muy en boga en estos días. Uno de los singles principales del álbum, Alone, samplea el éxito de 1999 de Alice Deejay, Better Off Alone, y le añade unos toques de trap innecesarios antes de que Nicki Minaj irrumpa con un verso. Lo que preocupa al escuchar el álbum es que la mayor parte del mismo parece estar formada por intentos de ganar repercusión en la radio y en TikTok, convirtiendo a Petras, quien a menudo marca tendencias, en una copia de muchas copias, y sus canciones, en un pop genérico y derivativo que se preocupa más en alcanzar a la mayor cantidad posible de gente que de tener algún tipo de identidad.
En contraste con la estética artificial de Feed The Beast, el disco intenta establecer una narrativa auténtica, según la cual el álbum es el “más genuino y vulnerable” de Petras, como ella misma dice. Sin embargo, las canciones no son tan inconfundiblemente de Petras como para justificar esta afirmación: podrían ser perfectamente de Ava Max o Bebe Rexha. En el tema uhoh, canta: Everything I drop is a banger y obtienes lo que esperas: una Petras pura, siempre entre el humor kitsch y una chica hollywoodense hipersexual. Las canciones son una vez más principalmente sobre sexo y son cero sutiles, como en My Coconuts: My coconuts, you can put ‘em in your mouth, y musicalmente estás en una zona hecha para la pista de baile. No hay momentos para baladas con el descarado guiño eurodance-eurovisivo Revelations, que recuerda a la primera Madonna underground neoyorquina, o el track ultra casual Bait con Banks. En el peor de los casos, el sonido de producción resbaladizo resulta molesto, demasiado planificado, como en la penetrante canción que da título al disco, que hace que el género vuelva a sonar extrañamente anticuado. Si bien canciones como King of Hearts y Claws nos suben el ánimo un poco, también hay que admitir que tienen el mismo sonido indiscriminado que un montón de temas similares.
Curiosamente, el punto culminante al final del álbum es Unholy, que era un poco innecesario: al fin y cabo, el tema ya estaba en el álbum Gloria de Smith, pero quizás petras quiso cerrar esta era con su track más exitoso hasta ahora. El problema es que este álbum, comercializado como un debut, también se siente como subirse a un tren de hype que hace tiempo salió de la estación. No hay que engañarnos: en sus mejores momentos, Petras es nítida, cristalina y sinuosa, y sabe lanzarse a nuestra yugular con un bubblegum-pop de ingeniería precisa, pero para cuando terminamos de escuchar este álbum, se siente más como una colección de descartes que material innovador, el mayor atractivo de Petras desde sus inicios. Temas como Castle in the Sky, Brr o Minutes son poco convincentes, y parecen haber sido asignados a Petras porque ninguna otra cantante de pop genérico quiso tomarlas. En este disco extrañamos su descaro, su inteligencia, su humor y las cosas que nos quisieron amar a Kim Petras desde sus inicios, y con una gira mundial gigantesca en camino, no estamos seguros de que esta colección de temas sean suficiente para alimentar a la bestia del título. Falta originalidad, corazón y ganas de arriesgar. Aunque estamos seguros de que muchos de estos temas sonarán en clubes y hasta puedan colarse en TikTok, sabemos que Petras es capaz de mucho más: ojalá en su próximo disco pueda darle rienda suelta a su identidad como artista pop.
Escucha Feed The Beast en su totalidad a continuación.
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