Noname
Sundial

Si nos ponemos a analizar un poco lo que es el mundo del rap y del hip-hop estadounidense, el caso de Noname es peculiar. En un universo en el que abanicarse con billetes, exhibir riquezas y mostrar grills dentales de diamantes es lo común, personajes como Noname con la excepción. Noname es el nombre artístico de Fatimah Nyeema Warner, una polémica rapera de Chicago, que hace declaraciones contrarias al statu quo popular y adopta posturas semirradicales. Hace una década, irrumpió en la escena junto a otros artistas emergentes como Saba, Smino y Chance the Rapper, en una nueva ola de neo-soul y rap procedente de su ciudad natal. Su fantástica mixtape de debut, Telefone, la catalizó, seguida de cerca por el álbum Room 25, igualmente exitoso. En los cinco años que han pasado desde el lanzamiento de esa última producción han pasado muchas cosas. Tantas, que ella misma se burla de ello en la portada de Sundial con autorretrato envejecido de sí misma en donde refleja lo que los años le han hecho a su yo interior.
En este tiempo, Noname ha expresado en repetidas ocasiones su deseo de abandonar la música, un pensamiento motivado por la frustración y el rechazo al compromiso, que se hizo más tangible cuando canceló el lanzamiento, ya aplazado muchas veces, del que iba a ser su segundo álbum, Factory Baby. La poeta de Chicago reconvertida en artista se volcó en el activismo a través de la literatura, abriendo un club de lectura que destaca a autores de minorías y LGBTQI+, así como una biblioteca de nombre feroz, Radical Hood Library. Además le ha dedicado tiempo a difundir su manifiesto a través de innumerables batallas en Twitter: cabe destacar su enfrentamiento público en 2020 con J.Cole por sus diferentes enfoques del activismo durante el movimiento Black Lives Matter. A lo largo de su carrera artística, se ha convertido en una figura política provocadora y sin complejos, a la vanguardia de la liberación negra y denunciando el humo y los espejos que ocultan los males del capitalismo y el colonialismo.
Su nueva producción discográfica, Sundial, combina a la perfección activismo e introspección, desafiando las normas sociales a lo largo de un viaje que se mantiene arraigado en los tonos jazzísticos familiares de su obra sin aventurarse en nuevos territorios instrumentales. Líricamente hablando parece haber regresado con mucha más confianza que antes, pues el disco se siente como un manifiesto de 31 minutos de duración. El álbum arranca con el bop bossa-nova Black Mirror, que marca el tono de lo que está por venir, mientras la rapera lanza sus característicos compases de pensamientos existenciales al estilo de la poesía slam. A lo largo del proyecto se suceden los disparos, incluidos los que se dirige a sí misma, como en Namesake donde declara: I ain’t fuckin’ with the NFL or JAY-Z / Propaganda for the military complex / The same gun that shot Lil Terry out west / The same gun that shot Samir in the West Bank / We all think the Super Bowl is the best thing, antes de que llame a la complicidad de Rihanna, Beyoncé y Kendrick Lamar con la Super Bowl debido a la agenda patriótica de lavado de cerebro de la NFL. A continuación, se critica a sí misma y relata su anterior negativa a actuar en Coachella, diciendo que incluso ella misma acabó plegándose. Es una escelente visión del difícil camino del activista que se desgasta y acaba aceptando ciertas oportunidades que no están 100% en línea con sus principios, porque simplemente son demasiado difíciles de respetar en su totalidad en el mundo en que vivimos.
A lo largo de Sundial, mantiene al oyente en estado de alerta con cada línea de verdades provocativas e incómodas. También cuestiona la mercantilización de la cultura negra en Balloons, con Casual white fans, who invented the voyeur? / Fascinated with mourning, they hope the trauma destroy her / Why everybody love a good sad song, a dark album, like?. Así, Noname no es más que otra artista que vende traumas a sus fans. El tema además cuenta con un polémico verso invitado de Jay Electronica, que recientemente ha estado en el punto de mira por su continuo apoyo al líder antisemita de la Nación del Islam, Louis Farrakhan, y que se ha autodenominado “Jaydolf Spitler, el Hitler del rap”. Su letra en Balloons tampoco se contiene, llamando “chiste” al Presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy. Incluso si se encuentra alguna forma acrobática de interpretar que todo esto no es antisemita, sino que casualmente solamente “parece” muy antisemita, es difícil entender qué más vio Noname en este verso. Ella misma, incluso preguntada al respecto, no consigue dar una respuesta plausible, salvo que está en contra de la supremacía blanca y piensa que Jay Electronica es bueno. Tanto si piensa que los judíos y los blancos son lo mismo como si no, es estúpido, inútil y arroja una oscura sombra sobre su trabajo, que siempre ha tratado sobre la inteligencia y la autorreflexión. Podemos decir que este es uno de los pocos puntos débiles del disco como tal.
Por fortuna, los features no se detienen con Jay Electronica, pues incluyen una serie de cameos intencionales repartidos por todo el proyecto. El MC $ilkmoney, nacido en Virginia, comienza su verso en Gospel? diciendo: I’m not surprised to hear The Fugees is FBI / We who weaponized, mientras que el verso posterior de Billy Woods relata la Guerra de Independencia de Zimbabue. A veces, Sundial parece una sesión de terapia de Noname. En Potentially the Interlude, la artista entra en un ataque de paranoia y desconfía de la autenticidad del amor que los demás sienten por ella: People say they love you, but they really love potential / Not the person that’s in front of them, the person you’ll grow into. Luego declara temblorosa I don’t give no fuck mientras el batería británico de jazz Yussef Dayes intensifica la manía con una percusión estridente que llena el fondo. En la lenta Beauty Supply, Noname explora su identidad dentro de los cánones de belleza de la sociedad, seguida de Toxic, donde rememora y se ensaña con una relación pasada, cerrando con un voto manifiesto de Never again in my new, new life, I treat me well. Aunque nos entrega temas magníficos, con toda la energía invertida en poner la pluma sobre el papel, el álbum en su conjunto no consigue romper moldes desde el punto de vista sonoro. El mismo jazz relajado que conocemos y amamos de Telefone y Room 25 está presente en Sundial, pero los instrumentos y las estructuras de las canciones siguen siendo iguales. La producción cierra con Common y la cantante de Barbados, Ayoni, quienes nos traen un gran final marcado por un coro que dice: When the world blow up, that’s it / Spinning into oblivion / Motherfucker, I don’t care, I’ma talk my shit. Así que no importa si estás de acuerdo con Noname o no, el hecho de que te haga pensar con cda una de sus canciones es poderoso.
Escuchar Sundial es ser testigo en primera fila de la radicalización de Noname como artista y como activista. Es obviamente una enemiga acérrima del racismo, el capitalismo y el imperialismo, es decir, de la injusticia. Y si bien algunos raperos utilizan metáforas para transmitir un mensaje politizado y otros prefieren lanzar disparos directos, el poder de Noname es lograr una mezcla equilibrada de ambos, dejando que su rabia, que su frustración y que su experiencia allanen el camino. Parece que no quiere que la vean como una rapera en desarrollo sino como alguien que sabe lo que dice y cómo decirlo. De alguna manera, Sundial también es una reflexión sobre sí misma en donde se autoanaliza y se critica tan duramente como a los demás, dando rienda suelta a una honestidad a veces demasiado desnuda, pero que nunca hace otra cosa sino mirarte a los ojos. Sundial es otra batalla, otro manifiesto, otra catarsis que no toma el camino fácil de raperos más exitosos que ella, y cuyos álbumes terminan diciendo nada sobre producciones multimillonarias. En los últimos cinco años, Noname ha evolucionado para darnos uno de los mejores lanzamientos de rap del 2023.
Escucha Sundial en su totalidad a continuación.
Despues de leer, ¿qué te pareció?
-
1Me gustó
-
-
1Lo amé
-
-
-