Un estudio reciente realizado por la Universidad de Exeter en el Reino Unido reveló que alrededor de un tercio de los niños de entre 7 y 12 años ya no juegan al aire libre después de la escuela, y uno de cada cinco no sale a jugar durante los fines de semana. La investigación, que analizó las respuestas de 2,568 niños y sus padres del proyecto Born in Bradford, destacó que la falta de juego exterior está vinculada a problemas de salud como la obesidad, ansiedad y depresión. Como explicó el investigador principal Mark Ferguson: “El juego al aire libre es esencial para el crecimiento y desarrollo de los niños y es preocupante que muchos no participen regularmente en esta actividad”.

Este estudio británico se suma a tendencias globales que muestran un declive constante en el tiempo que los niños dedican al juego no estructurado al aire libre. Por ejemplo, en Estados Unidos, casi el 40% de los niños en edad preescolar juega menos de una hora al día fuera de casa entre semana, y el 24% menos de una hora los fines de semana. En España, el 82% de los menores de 12 años tampoco alcanza el tiempo recomendado para jugar al aire libre.

La importancia del juego exterior va más allá de la actividad física, pues fomenta habilidades sociales y emocionales. Según los padres encuestados en el estudio de Exeter, los niños que juegan más fuera de casa tienden a tener mejores habilidades para expresar emociones y construir relaciones positivas. Además, el juego libre al aire libre ayuda a desarrollar la motricidad, la creatividad y la independencia, aspectos clave para el bienestar general.

Expertos coinciden en la necesidad de que los niños reduzcan su tiempo frente a las pantallas y aumenten el contacto con espacios abiertos. Rosie McEachan, directora del proyecto Born in Bradford, comentó: “Este estudio muestra lo importante que es para la salud mental de los niños desconectarse de las pantallas y jugar al aire libre después de la escuela y durante los fines de semana”. Sin embargo, crear entornos seguros y atractivos para el juego en la calle o parques es un desafío, ya que solo un pequeño porcentaje de ciudades a nivel mundial considera que sus espacios públicos cumplen las necesidades de la comunidad.

El declive en el juego exterior también está relacionado con preocupaciones modernas como la seguridad vial y la contaminación. En Bradford, aunque hay muchos parques bonitos, las calles donde los niños viven deben ser espacios igual de seguros y acogedores, libres de tráfico y contaminación, señaló McEachan. El problema se extiende a nivel global, donde la falta de espacios caminables y seguros limita la posibilidad de que los niños salgan a jugar con libertad.

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